Mi primer viaje a Marruecos fue posiblemente una de las experiencias que más me transformaría a nivel personal a lo largo de mi vida. Fue en septiembre de 2013, y yo llevaba ya un tiempo sintiendo una gran atracción por la cultura árabe y los países árabes en general. Pero, al mismo tiempo, sentía como un nudo en el estómago pensando que tal vez suponía una temeridad ir a un país árabe siendo mujer por la posibilidad de sufrir alguna experiencia no deseable.
Ahora me resulta curioso recordar cómo sentía esos miedos, que creía totalmente reales y posibles, y, al mismo tiempo, algo dentro de mí me decía que debía lanzarme e ir más allá de estas ideas preconcebidas que no se basaban en lógica alguna más allá de las creencias infundadas derivadas de noticias de televisión que había escuchado a lo largo de mi vida o comentarios de gente que ni siquiera había convivido con esa cultura.
Merzouga, el gran Sáhara de Erg Chebbi
Y un día me llegó un anuncio de un viaje en grupo que se organizaba al desierto del Sáhara. Tuve claro que había llegado el momento de lanzarme.
Yo sentía una conexión inexplicable con el desierto. Había escuchado en mi casa hablar del desierto a mi padre porque hizo el servicio militar allí, allá por el año 1969. El desierto era parte de la vida de mi padre. Y siempre he sentido que todo lo que me ha recordado a mi padre ha formado directamente parte de mí.
Al comenzar el viaje, tan solo un mes más tarde, iba tremendamente emocionada y también segura por ir en un grupo mixto, es decir, no sólo de mujeres.
A las pocas horas de llegar allí, paseando por le medina de Marrakech, por su zoco, comprando, recorriendo sus calles serpenteantes y sus numerosas tiendas, fue cuando me di cuenta de que todas aquellas ideas preconcebidas que vamos adquiriendo en la Europa “civilizada” carecían de sentido alguno y eran sólo fruto del desconocimiento.
Fue al día siguiente cuando vi por primera vez con mis ojos el desierto. Fue en Merzouga, en la parte del gran Sáhara que se conoce como Erg Chebbi.
Merzouga, el desierto a flor de piel
Desde el primer minuto me enamoré del desierto de Merzouga. Es difícil explicar el porqué, es algo que se tiene que experimentar. Ver el atardecer desde lo alto de la gran duna de Merzouga, sentir la arena bajo los pies descalzos, percibir el silencio inmenso del desierto y la ausencia de tiempo entre sus bastas dunas de arena dorada, recrearse en sus paisajes siempre cambiantes, tomar té bajo el cielo estrellado y escuchar los timbales al lado de la hoguera.
Su autenticidad y pureza te cautivan para siempre.
Fue en esta parte del Sáhara en la que conocí a Ismail, un hombre bereber del desierto. Ismail me abrió las puertas de su casa y gracias a él y su familia, descubrí desde dentro la cultura bereber, el Marruecos profundo árabe. Me mostraron con una hospitalidad abrumadora su religión, sus tradiciones, su gastronomía, la manera de relacionarse de sus gentes, sus celebraciones, su música, sus bailes, sus valores…
Desde entonces, hace ya más de diez años, viajo frecuentemente a Marruecos, siempre de la mano de Ismail, y siempre reservando unos días de mi estancia en Merzouga, el lugar del desierto que más me cautiva.
Merzouga y el desierto de ‘hombres libres’
Merzouga ofrece lo mejor del Marruecos bereber, una rica cultura con tradiciones ancestrales donde la población local destaca por su hospitalidad. Estas gentes del sur de Marruecos están marcadas por la vida del desierto, por la escasez del agua, por las tormentas de arena, por la agricultura ancestral y por el pastoreo de los camellos como forma de vida.
Merzouga es un lugar único en Marruecos, muy diferente al Marruecos del norte y al de las grandes ciudades como Marrakech, Casablanca o Rabat. Su música, su cocina y su artesanía te permiten aprender y sumergirte en una cultura única y fascinante como es la del pueblo bereber.
En esta parte del país, las personas se sienten unidas a la tierra y a su cultura, se sienten “Amazir” ante todo (hombre libre traducido literalmente en su idioma bereber). Eligen cada día seguir allí y luchar por una vida en el desierto que les vio nacer y en el que quieren morir.
Viaje de autor a Merzouga: impacto ambiental y social
En Merzouga las gentes han sabido sacar partido de todo lo que la tierra les ofrece, para mostrar esta parte de su país a los viajeros y, al mismo tiempo, seguir teniendo la posibilidad de vivir donde quieren vivir.
Los viajes de autor al desierto de Merzouga, como los que te ofrecemos en VIDITA Travel, suponen un compromiso del viajero con la sostenibilidad ambiental y el apoyo a las comunidades locales y sus proyectos comunitarios.
De este modo, el visitante contribuye de manera positiva en el destino y deja un impacto significativo y duradero en él.
Merzouga ofrece experiencias únicas al viajero
Una de las experiencias más bonitas que podemos vivir en este lugar único es recorrer las dunas montados en una caravana de camellos, desde las puertas del desierto, a orillas del pueblo de Merzouga, hasta llegar a los campamentos de jaimas que se encuentran en las profundidades del desierto, inmersos en un mar de dunas de arena hasta donde alcanza la vista.
Esta experiencia, de no más de un par de horas, en la que sientes esa unión inexplicable con el desierto, con el camello, con las formas de vida que hay allí, con el sol, con el viento, con el silencio… es una de las experiencias que más impacta a los visitantes, hasta el punto de que queda grabada de por vida.
Otra de mis actividades favoritas a realizar en el desierto es recorrer las dunas en quad. Con ella se experimenta una combinación de conexión profunda con el desierto con una potente subida de adrenalina. Durante el recorrido, experimentas el silencio profundo, la velocidad, la brisa del desierto, el vértigo de descender por las enormes laderas de arena, la sensación de inmensidad a la vista de las interminables dunas rodeándote…
Merzouga: campamento, magia e historia
Una vez en el campamento, te sientes como apartado del mundo, en un rincón donde nada más existe, desconectado de las noticias, de la televisión, de los medios de comunicación, del trabajo, de la familia… Sólo estás tú, el pequeño grupo que te acompaña y las gentes que habitan el desierto.
El silencio es indescriptible. Por la noche, bajo el manto de estrellas y alrededor de la hoguera, disfrutas de la música tradicional bereber, con instrumentos de percusión y canciones ancestrales que han conectado a lo largo de la historia a estas gentes con su amada tierra.
En estos campamentos de jaimas tradicionales la sensación de conexión profunda con la naturaleza y la cultura local que se experimenta es difícil de describir, pero te acompañará ya por siempre.
Descubre el alma del desierto de Merzouga con VIDITA Travel
De cualquier forma, visitar Merzouga y el desierto supone una inmersión cultural con sus gentes y sus tradiciones. En nuestros grupos tratamos de hacer de esta inmersión una experiencia única, incorporando estas actividades que te he descrito y muchas otras. Podrás deleitarte con un taller de percusión de la mano de un maestro músico, probar los famosos tatuajes de henna de la mano de las mujeres bereberes, visitar asociaciones de mujeres donde descubriremos las posibilidades de que disponen en una zona rural como ésta y compartiremos talleres de cocina tradicional árabe con ellas.
Vivir estas experiencias supone sin duda un antes y un después, tanto en la forma de ver el mundo como en la forma de entender la vida a nivel personal.
La autenticidad es nuestra etiqueta.
VIDITA Travel te ofrece dos formas de experimentar Merzouga y el desierto del Sáhara.
ESENCIA BEREBER es nuestro viaje de autor al Marruecos profundo y fascinante del pueblo bereber, de la mano de estas hospitalarias gentes y nuestro guía local y amigo Ismail.
MUJER OASIS está organizado por y para mujeres como una experiencia vital donde el desierto ofrece el marco perfecto para autodescubrirse y crecer.
¿Te vienes con nosotros a conocer el desierto de la mano de sus gentes?
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